Tengo un amor callado que se agita
en el denso silencio que suplanta
mi triste ruego y confesión escrita
con un miedo voraz que le quebranta.
Y siento en este pecho que palpita
un grito que aprisiona mi garganta,
pues soy como el cantor que nunca grita
pero al brotar su voz, tampoco canta.
Vive muy cerca del lugar vacío
en donde habita todo amor ya muerto;
en una lucha eterna, un desafío
entre las ganas de gritar “te amo”
la fantasía de soñar despierto
y el mudo palpitar de su reclamo.
- Javier
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