La noche sabe a canto,
la noche sabe a canto y amapolas.
El viento, mientras tanto,
ulula entre las olas
con trémulo gemir de caracolas.
Las cimas de los montes
sacuden los vestigios de la tarde,
y allá en los horizontes,
el sol es un cobarde
y busca un manto azul que le resguarde.
Sobre los mares baila
la luna en los susurros de unos versos,
versos de Walter Faila
que exploran universos
ajenos a los ojos inconversos.
La noche ve destellos
de estrellas que titilan expectantes
para romper los sellos
de besos delirantes
que vistan de pasión a los amantes.
Se asoma un hemisferio
para cambiar de ropas y de turno,
y pinta de misterio
con aire taciturno
la magia de un anónimo nocturno.
- Javier
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