Nunca tuvimos perlas en las manos

 Nunca tuvimos perlas en las manos,
yo nunca pude abrir tu arisco pecho,
dejamos escapar nuestro derecho
de ser de nuestras huellas soberanos.

Jugamos mucho tiempo a ser villanos,
rumiando penas rancias de despecho,
que fueron derramando en nuestro lecho,
lágrimas de rencores cotidianos. 

No tuvo vencedor este conflicto,
ni nuestro amor pudo salir invicto,
si hubo risas, no supe retenerlas.

Hoy rendido ante el juicio de los años
yo confieso que fuimos  dos extraños
que en las manos jamás tuvimos perlas.  

- Javier

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