Vienes a mí,
Con tus cargas de miedos ancestrales a tu espalda,
vienes con la hemorragia terminal de un sol maltrecho
y con tu andar furtivo de vaivenes al acecho
que se va descolgando por los pliegues de tu falda.
Vienes a mí,
con ese sinsabor de realidad que te demuda
y una dulce promesa de huracanes en tu boca,
para alojar mis besos y la sed que me provoca
plantarte algún acaso y cosechar, tal vez, tu duda.
Vienes a mí
te escoltan multitudes de razones y motivos
por los que no podría susurrarte que te amo,
no es lícito inundarte de las ansias que derramo
en el mar agitado de tus ojos fugitivos.
Vienes a mí,
con la sutil sonrisa que se asoma de tus labios,
mientras un mudo grito queda preso aquí en mi mente
para poner candados a mi amor entre la gente,
fingiendo indiferencia por detrás de mis agravios.
Vienes a mí,
no quiero algún saludo de papel que el tiempo mate,
la sola voz que quiero de tu boca está vedada,
abraza mis silencios y, por hoy, no digas nada,
tal vez pronto la luna, con su embrujo, nos rescate.
Vienes a mí,
cierra este amor cautivo con sus voces ¡no las abras!
calla este mudo ruego de mi amor, pasa de largo,
pues no existe silencio más perverso y más amargo
que aquel que tienes siempre que ocultar en las palabras.
- Javier
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