Hay un leve sabor a indiferencia
en ese beso que al llegar me diste;
no culpes al amor cuando no existe,
es tan sólo el preludio de tu ausencia.
Si tienes que marchar, me quedo triste
si me debo quedar, no me despiertes,
tal vez debo morir estas mil muertes
por todas esas vidas que trajiste.
¿Será que con los años te conviertes
en un simple dolor que te lastima,
una rutina cruel que desestima
nuestras promesas frágiles, inertes?
Márchate ya, la noche se aproxima,
si llega a oscurecer, será peor,
y lleva tu paraguas, por favor,
hay presagio de adiós en nuestro clima.
Dejar de pretender, es lo mejor,
no intentes postergar esta sentencia,
porque un adiós puntual, en mi experiencia
hiere menos que el fraude del amor.
Sólo nos queda un beso sin esencia,
una carta de amor que no escribiste,
un te quiero sin voz que no dijiste,
y este leve sabor a indiferencia.
- Javier
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