Lamentaciones

Se oscureció la tarde que yace tras el monte,
el sol que se apretuja entre el cielo y el mar
se ha ido lentamente, sangrando al horizonte
con su luz mortecina, cansado de brillar.

Se asoman nuestras lágrimas sin voces ni lamentos
pues la ciudad derrama silencio en las esquinas.
El cielo, cabizbajo, a falta de argumentos,
enciende unas estrellas detrás de las colinas. 

Henos aquí temblando como hojas en el viento,
como cachorros tercos cazando necedades,
afuera nos vigila un némesis hambriento
mientras nos abrazamos a nuestras soledades.

Se oscureció la tarde y el mal que nos acecha
se asoma y nos invade poblando las noticias:
y marcha silencioso, buscando su cosecha
con manos descarnadas, sedientas, subrepticias. 

Pero esta noche no, no hará que nos rindamos,
la humanidad unida subsiste y permanece; 
podemos tropezar más nunca nos quebramos
ante la adversidad, cuando el mundo anochece.

Nuestro valor dormido comienza a despertarse
y a falta de contacto, tocamos con el alma.
Si el miedo en el silencio por la noche se esparce,
saber que somos uno nos renueva y nos calma. 

En cada corazón hay un héroe dormido,
y en cada adversidad, un canto de victoria;
plantemos ilusiones en este mundo herido
y demos nuestra voz al paso de la historia. 

La fuerza ante el dolor nos forja y nos define,
la historia nos condena, pero el amor nos salva. 
La fe que mueve montes será la que ilumine
la noche que se acerca hasta que llegue el alba. 

Mañana un nuevo día vendrá de todos modos,
y unidos buscaremos un sol que nos resguarde. 
Por hoy prendamos versos y recordemos todos
que vamos hacia el alba desde una fría tarde. 

 - Javier

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