No puedo nunca ya seguir tus negros pasos
armando lúgubres comedias en las sombras
¡vete de mí!, cortejo vil de los fracasos
devuelve ya las ilusiones que hoy escombras
en los silencios donde escondes a mi voz.
Te digo adiós,
fuiste refugio de la nada sobre todo,
ave voraz que degustó mis frustraciones;
por ti he arrastrado mis anhelos por el lodo,
ahogando el júbilo de todas mis canciones,
cambié mis sueños por el miedo más atroz.
Te digo adiós,
no supe cómo te incrustaste aquí en mi vida
y uniste el llanto con mis días más aciagos;
fuiste el licor de la amargura inmerecida
que fui bebiendo sin saber, en lentos tragos,
en una noche eterna y fría para dos.
Te digo adiós,
no tengo más para saciar tu sed constante
regresa a ser la bestia hambrienta de tus selvas,
deja que el alma ya del polvo se levante,
ten compasión de mi dolor, ya nunca vuelvas,
porque esta vez, tristeza, yo te digo adiós.
- Javier
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