He intentado decirte que no importa,
que no tiene sentido este universo
de palpitar de poesía absorta
en el suave latido de mi verso.
He procurado silenciar las voces,
que gritan sin cesar desde la bruma,
de antiguas soledades que conoces
reptando subrepticias a mi pluma.
He pretendido que no existe el alba
que me despierta con tu nombre a cuestas,
cuando el agreste sol muestra su calva
cargando mis preguntas sin respuestas.
Y grita de la cresta de un poema
aquel viejo dolor que nos hería,
armando su mortal estratagema
con la tinta que queda todavía.
He intentado decirme que no existe
este miedo que brota de tu ausencia,
que allá en el verbo amar, el vivir triste
es burlar al amor que me sentencia.
He procurado conservar mis letras
lejos de la crueldad de tu desaire,
y finjo que al final te compenetras
con las voces que habitan en el aire.
Pero ¿ya ves?, por más que lo he intentado,
por más que te he cubierto de motivos
para ocultar tu huella en mi pasado,
siguen mis versos a tu amor cautivos.
Por eso, de mi frágil pecho brota
este clamor que alarga mi agonía,
y cae el verso al pie de mi derrota
con la tinta que queda todavía.
- Javier
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