Edén

De las laderas de tu cuello erguido
se alzan los montes de tus albos pechos 
y un mágico fulgor caza el latido 
del cómplice de todos mis cohechos.  

De las áureas cascadas de tu pelo 
hasta la mar que se quedó en tus ojos 
transita el beso con el dulce anhelo 
de ser ofrenda de tus labios rojos. 

Y mi boca anhelante busca el valle 
del que mana la fuente de la vida, 
que, soslayando influjos de tu talle,

busca alcanzar la tierra prometida,
y no va a detenerse hasta que halle 
al púbico esplendor que Venus cuida. 

- Javier

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