un viejo verso ya no admite tropo;
a veces al volver atrás me topo
con él, y se me quiere echar encima.
Un verso tan carente no se mima,
no busca ni lisonja ni piropo,
sólo quiere el recuerdo en que lo arropo,
cuando, al caer la noche, se aproxima.
Se asoma con rebelde desaliño
y ruega con vehemencia que le toque
con el roce en mi pluma de poeta
A veces lo convido con un guiño
a que con sus memorias me provoque,
y salta alegremente a mi libreta.
- Javier
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