Cuando viste al jardín la primavera
el rosal da su ofrenda generosa
y surge de su rama, prisionera,
la tímida promesa de una rosa.
Los días van bordando con amor
sus pétalos pintándolos de blanco
y es casi un sacrificio de dolor
cuando para mi amada yo la arranco.
Al ver entre mis manos a la flor
mi amada suelta al vuelo su sonrisa,
la rosa le contempla con amor,
y el duende de las flores improvisa…
Y mi jardín se vuelve un mar festivo,
la tarde se ilumina, agradecida
pues nace en el rosal otro motivo
en el ciclo incesante de la vida.
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