Plenitudes II


Enmedio de los dos, mi amor se escuda
detrás de una verdad fundamental
que no admite la sombra de la duda: 
tú eres mi principio y mi final. 

No somos las mitades de un total,
en esta sociedad, tú lo eres todo;
sin tu presencia aquí, nada es igual,
o nada importará, de cualquier modo.

Lo nuestro no precisa de un periodo,
nació al surgir de un mundo paralelo,
dos almas que encontraron acomodo
en un solo rincón del mismo cielo. 

Eres el absoluto de mi anhelo,
la fe de lo insondable y lo profundo,
eres mito y verdad, sueño y desvelo,
soplo de eternidad por un segundo.

En busca de un motivo me confundo
y no logro salir de mi sorpresa
al ver que te apoderas de mi mundo
cuando tu boca virginal me besa. 

Si no fueras mi excusa y mi promesa,
¿habría otra manera de quererte,
si en esta realidad que nos apresa
tu ausencia es un ensayo de  mi muerte?

Tu huella es amistad que se convierte
en un amor que busca el infinito, 
es un grito tenaz que clama fuerte
y ahuyenta los silencios donde habito.

Todo me lleva a ti, todo está escrito,
tu amor es mi estrategia de combate,
y si el amarte así fuera delito,
serás la confesión que me delate. 

Y no hay eternidad que el tiempo mate
porque un amor que todo lo soporta
no deja que el destino le arrebate
la férrea voluntad que le conforta. 

Sé lo benigno en la maldad, no importa,
sé la mentira en mi verdad desnuda
que el tiempo es cruel y que la noche es corta,
y hay un soplo de amor que te saluda.

- Javier

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