Plenitudes III

Todo se vuelve nada
porque nada perdura eternamente,
cada minuto, cada
momento ve latente
la huella de un amor que se arrepiente.

Todo aquí es relativo,
la nada es un concepto muy abstracto;
nacer, sentirse vivo,
hallar el punto exacto
donde el amor pueda salir intacto.

Pero todo termina,
nada es eterno como bien lo dices,
el tedio y la rutina
nos dejan cicatrices
sobre la piel de nuestros sueños grises.

No hay nada que nos una,
todo se fue con nuestra luna llena,
esa maldita luna
y el canto de sirena
de tus labios de adiós que me condena.

De nada sirve odiarte
si yo, ante todo, tengo miedo al frío
que queda al olvidarte.
¡no me dejes vacío!
déjame al menos un perdón tardío.

La nada envuelve todo,
como se envuelve con la noche el día,
saber que ya no hay modo
de amarte todavía
lacera de tristeza el alma mía.

De amor y plenitudes,
un viento frío se llevó mi calma,
fuiste amor, no lo dudes,
el todo que se empalma
con esta nada que estremece el alma.

- Javier

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