Al Callar las mariposas

Confieso, fui cautivo de alas bulliciosas;
coloridas villanas, en mi jardín florido,
donde murió el amor en ensayos de olvido
cuando le di a sus alas mis versos y mis prosas.

Pero llegó la noche y ellas habían huido,
llegó vaciando sombras en alas silenciosas,
llenó con sus temores mis manos temblorosas,
y me bebí, callado, ese silencio herido.

Mi pena se hermanó al viento y su gemido;
me desgastó la noche y me quedé dormido.
Y el día que surgió cambió todas las cosas,

pudo mostrarme al fin lo que no había entendido,
que la vida me hablaba en la voz de las rosas,
y para oír debían callar las mariposas.  

- Javier

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