Te quiero con la suma de tus miedos,
cuando el rubor acude a tus mejillas
en tímida ansiedad y de puntillas
ante el suave contacto de mis dedos.
Te quiero con tus celos a hurtadillas,
binomio de ilusión e incertidumbre,
que tienen de intención y por costumbre
poner a nuestro mundo de rodillas.
Te quiero en el abismo y en la cumbre,
te quiero impredecible y cotidiana
unas veces Egeria y otras Diana,
perfecta en tu rebelde mansedumbre.
Te quiero como planta que se afana
en conservar la flor y sus espinas,
por las frases de amor, casi divinas,
que brotan de tu boca casi humana.
Te quiero con mis ansias repentinas
de convertir el aire que te besa
en ese roce ardiente que atraviesa
y enciende tus caricias clandestinas.
Te quiero con tu paz y fortaleza
cuando tu mano posas en la mía,
te quiero en tu silente compañía
cuando a veces me muerde la tristeza.
Te quiero mucho más que en la alegría
que tu sonrisa diáfana provoca;
con ese amor que acierta, se equivoca
y sale victorioso cada día.
Te quiero toda tú, cristal y roca
sutil contradicción de labios rojos,
esclava del rubor de tus sonrojos
y dueña de los besos en mi boca.
Déjame ser la voz de tus antojos
y embriágame en la vid de tus viñedos,
pues te amo con la suma de los miedos
que se asoman inquietos por tus ojos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario