voz húmeda de mi tierra que acaricia la mañana,
eres dulce despertar que a mis temores ahuyenta,
y te fundes con el sol que se asoma en mi ventana.
Te vuelves beso y caricia cuando el alma se lamenta,
te recorro en los caminos de tu piel de porcelana,
y resurges en mi mente que te guarda y te reinventa
como una ilusión divina o locura casi humana.
Te apoderas de mis sueños hasta que nos mira el alba,
te vislumbro en mi horizonte pintando tardes de malva
y entre jirones de noche te vas vaciando en mi mar.
Te vuelves sueño y desvelo de este corazón que busca
la magia de un nuevo verso que a tu corazón seduzca
y te haces polvo de amor cuando te quiero tocar.
- Javier
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