Maquiavélico

Ante el umbral del año dos mil veinte,
el diablo hizo reunir a sus demonios
para tratar ahí, un tema urgente
y oír su sugerencia y testimonios.
En un largo salón, los convocados
volteaban a mirar a todos lados.

El diablo alzó su voz, voz estentórea
que sacudió los muros del recinto,
su enojo y su expresión casi corpórea
tenían, esta vez, algo distinto.
Se respiraba un aire de inquietud
en la infernal y tensa multitud.

“Hemos tratado desde mil centurias
de someter la voluntad del hombre
con guerras sin cuartel, hambres, penurias,
y males que, quizá, no tienen nombre;
no hemos podido doblegar siquiera
esa horrible sonrisa pendenciera.”

“¿De qué ha servido? Ahora les pregunto.
El mundo sigue igual con sus afanes;
y ese, mis testaferros, es el punto
por el que necesito nuevos planes
pues la noche sin luz se tambalea,
¿alguien tiene, tal vez, alguna idea?”

Del fondo del salón, una figura
desprovista de visos y de poses,
se dirigió al maligno con soltura
y alzó su voz sobre las otras voces.
Casi quinientos años de mutismo
le precedían en aquel abismo.

“Debes pensar que el hombre privilegia
su temple y su unidad si le derribas,
por eso cambia ahora la estrategia
con trampas más sutiles y efectivas.”
El diablo le miró con interés,
era un viejo con aire de burgués.

“Estoy consciente de que el tiempo apremia;
que quieres empezar desde este año.
Sugiero que desates tal pandemia
que les provoque pronto tanto daño…”
El diablo interrumpió con sus desplantes:
“Eso es algo que ya tratamos antes.”

“Hemos mandado ya terribles plagas,
hemos causado muerte y tal dolor,
que el llanto y la agonía de sus llagas
tan solo incrementaron su valor.
Aprecio tu propuesta, Nicolás,
pero tenemos que esforzarnos más”

El viejo caballero, haciendo gala
de temple peculiar alzó su mano.
“Entiendo, la pandemia no es tan mala
si no conoces bien al ser humano.
Escucha mi propuesta y tú decides,
Si logro conseguir lo que nos pides”

“Vamos a hacer un virus que les quite
el cálido consuelo de un abrazo,
esa fuerza vital que les permite
luchar con las secuelas del rechazo.
aléjalos así lo mas que puedas,
 y, si puedes, les quitas sus monedas.”

“Borrarles su sonrisa no es tan fácil
tú bien sabes que brota desde el alma.
Es blanca, generosa, y es tan grácil
que, ante la adversidad, les brinda calma.
Mas que un virus, su tasa de contagio
es superior ante cualquier presagio.”

“Lo que debes hacer es ocultarla
detrás de una careta que le cubra.
que no la muestre el hombre mientras charla,
consuela, reconforta o elucubra.
Así, si la sonrisa no se muestra,
será nuestra estrategia, más siniestra.”

“Finalmente, pongamos a gobiernos
que no sepan unir sus energías;
que se suelte en la tierra a los infiernos
y discutan tan sólo tonterías.
Sin abrazo, sonrisa y capitán,
será un año que nunca olvidarán”

El diablo le miró con entusiasmo
Sin poder ocultar su regocijo,
Sus ojos, desprovistos de sarcasmo,
como mirando atento a un acertijo.
Dirigiéndose a todos dijo, alegre:
“No dejen que este plan se desintegre.”

“Hoy pondremos al mundo de rodillas.
Haremos realidad mis intenciones.
Esparzamos hoy mismo las semillas
y sembremos en todos los rincones,
a este virus letal que desconcierte
que traiga pena, soledad y muerte “

El anciano giró sobre sus pasos,
con su andar parecía sólo un hombre.
“demonios como tú son tan escasos.
Dime tú, ¿cómo quieres que te nombre?”
Le contestó “Señor, mi único anhelo
es que sólo me llames Maquiavelo.”

- Javier

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