Crepuscular

 La tarde en la ciudad se ve cansada
de vomitar sangrantes horizontes,
la luz que rescató de la alborada
se esconde tras las faldas de los montes.

Pero al albor el  alma se vacía,
se entrega toda sin ningún reproche,
retoza alegre en lo que dura el día
y se retira cuando cae la noche.

Si en el ocaso el sol se desfigura,
y el mundo guarda luto a sus espaldas,
la noche tiende un manto de negrura
y clama: ¡pobres montes! ¡pobres faldas!,

El sol renacerá de nuevo al alba
pues siempre un nuevo día lo recibe
y cuando el cielo azul viste de malva,
la vida hace una pausa y se reescribe.

- Javier

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